martes, 23 de julio de 2013

El papel ecológico del humano ¿Somos virus?


"...Se calcula que las hormigas de la tierra pesan lo mismo que la humanidad. Si desaparecieran, se produciría un fenómeno ligado a la extinción mucho más dramático que el meteorito que acabó con los dinosaurios. En cambio, si se extinguiera la especie humana, en términos ecológicos no pasaría absolutamente nada..."

El latido de Gaia, Mago de Oz.


Hace tiempo me encontraba oyendo esta canción cuando traté de preguntarme qué tanta razón tenía. Mucha gente, incluso si no se encuentra precisamente comprometida con la causa ambiental, converge en la opinión de que el hombre vive separado de la biósfera, y que no tiene papel alguno dentro de la red trófica del planeta. 
Pero, ¿realmente es así?
Es decir, una especie que habita profusamente cinco de los seis continentes existentes, cuya masa total es 287 millones de toneladas y que consume diariamente 14 000 000 000 000 de calorías, ¿no tiene un papel en el ecosistema? ¿Seguros?
Ah, bueno, dirán algunos, es que el hombre es un parásito, un virus, inclusive, que sólo depreda a su alrededor sin dejar nada a cambio. 
Bueno, el que piense yo si es cierto o no ese punto, no podemos decir de pronto que todos los parásitos (¡se calcula que la mitad de las especies conocidas son parásitos!) no tienen un papel en el ecosistema. Todo lo contrario, tienen una función muy especial en la Tierra al mantener a raya las poblaciones de otras especies, simplemente como humanos, siguiendo un código moral preestablecido, esa función "destructiva" nos parece negativa. 
¡Y no es la única función existente para los humanos! ¿Se han preguntado cómo sobreviven los perros, gatos, vacas, pollos, etc.?¿Alguna vez han visto crecer y expandirse tan ampliamente a una planta como las cultivadas? Todas esas especies domésticas han prosperado tan largamente gracias a los cuidados del humano, diversificándose y especializándose de una forma tan apegada al ser humano que a veces incluso no podrían sobrevivir sin el hombre (por ejemplo, los perros raza chihuahua). En otras ocasiones, estas especies se han dispersado y vuelto ferales, (o sea, salvajes) conquistando territorios más allá de lo que cualquier antepasado habría llegado sin ayuda humana.
Finalmente, debemos aceptar la función predadora del hombre. No sólo hemos cazado (y varios primates cercanos a nosotros) para compensar nuestras necesidades proteínicas. También por diversión (con consecuencias tanto positivas como negativas para las presas).
Otra forma en la que el humano interfiere en la naturaleza es, para vergüenza la mayoría de las veces, el papel como agente de extinción de muchas especies debido a que simplemente se cruzaron en nuestro camino en la búsqueda de recursos, nos sirvan o no. Un ejemplo, el oso panda, quien fue casi eliminado cuando los bosques de bambú fueron talados.
Pero no todo es "negativo" podemos decir sin temor a equivocarnos ( y por fortuna es cada vez más frecuente) que el hombre mismo actúe en beneficio de alguna especie, bien con propósitos egoístas pero también por simple aprecio a la vida. ¿Cuántas especies han sido protegidas y acogidas por el hombre? Algunas especies de pequeña distribución o poblaciones exiguas fueron puestas al borde de la extinción debido al hombre, sin embargo el hombre mismo se ha encargado de ayudarlas a recuperar en lo posible, el número original de individuos. 
Por último, existen especies con las que convivimos diariamente, bacterias que viven en nuestro aparato digestivo y nos ayudan a asimilar nuestros alimentos, animales, como las mascotas, que viven junto a nosotros recibiendo alimento y dando a cambio ayuda en forma de trabajo específico o su simple compañía. 
No es que no seamos "parásitos". También somos comensales, amensalistas, presas, hospederos, depredadores, e incluso, simbiontes. 
No podemos restringir nuestra huella en el ambiente. Nuestro nicho ecológico (nuestro lugar en las interacciones entre las especies) es más amplio y variado de lo que podemos imaginar. No podemos negarlo. Es mejor aceptarlo, comprenderlo, y tratar de actuar para que éste se encuentre en equilibrio con el resto de la red trófica a la que pertenecemos para que nuestra especie pueda seguir subsistiendo el mayor tiempo posible.

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